¿Qué podemos hacer para comunicar a la vez que hablamos?
Las palabras han de transmitir nuestras ideas, y nuestros argumentos han de construir un discurso coherente, interesante y atractivo.
Pensemos en un buen principio: para conectar, de entrada, hemos de
despertar el interés de nuestro auditorio y captarlo desde el inicio, ya que la primera impresión es importante (y dicen que es la que queda). Seamos empáticos y pensemos en los que nos escuchan:
¿Qué quieren oír y cómo lo quieren oír?
Centrémonos después en una idea y no nos alejemos de ella, cuidemos nuestro lenguaje y
adaptemos el registro formal al contexto; y si hemos de proyectar transparencias, procuremos que no nos resten protagonismo, nos han de acompañar y ser solamente un complemento de lo que estamos exponiendo.
Los buenos comunicadores no piensan únicamente en el
mensaje oral, sino que consideran que los
lenguajes no verbal y para verbal son igual de
importantes. Nuestra postura, nuestros gestos, la mirada... así como la entonación, la pronunciación o el volumen de nuestra voz... todo suma. Hemos de pensar en el fondo, pero también en la forma, ya que cómo lo decimos es tan importante como lo que decimos.
Alinear los argumentos, el registro y la comunicación no verbal con nuestro público es la mejor receta para conectar con nuestro auditorio.