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05/10/2016Preguntas sin respuesta
24/10/2016Creemos que el silencio implica ausencia de comunicación, pero en realidad es un elemento intrínseco de este proceso, y es tan necesario como las propias palabras para realizar un discurso efectivo.
Distinguimos dos tipos de silencio: El silencio objetivo, que es la ausencia de ruido y el silencio subjetivo, que es el que hacemos intencionadamente. Los dos son importantes, ya que sin el primero, nuestra comunicación resultaría caótica.Pero seamos sinceros: en sociedad, el silencio subjetivo nos resulta incómodo (¿verdad que todos hablamos en un ascensor, aunque sea del tiempo que hace?). Tenemos la necesidad de llenar los silencios con palabras o comentarios, a menudo irrelevantes... e igualmente lo hacemos cuando hablamos ante un auditorio; hablamos y hablamos porque "oír" el silencio nos incomoda...
Lo que debería molestarnos es el ruido, no el silencio.
¿Nos creerías si te decimos que el silencio es esencial cuando nos comunicamos? No es frecuente hablar de silencio en comunicación, pero el silencio bien utilizado se convierte en una herramienta muy poderosa, porque aporta una carga valorativa, lo que significa que con un silencio, podemos expresar más que con cualquier palabra.
Aquí te apuntamos algunas razones por las que sería bueno que practicásemos estos silencios cuando hablamos - sobre todo- en público:
-Para comunicar mejor; Los silencios nos obligan a callar y a utilizar menos palabras. Paradójicamente, menos palabras pueden dar lugar a un mensaje más conciso, claro y contundente.
-Para provocar aplausos, risas o comentarios.
-Para dar importancia a lo que diremos a continuación.
-Para lograr que se preste más atención a nuestra comunicación no verbal.
-Para que la audiencia retenga mejor lo que acabamos de decir.
-Para hacer que el auditorio guarde silencio también.
-Para provocar que el público pregunte y participe (a él también le resulta incómodo el silencio).
-Para recuperar la atención de la audiencia si están cansados o distraídos.
-El silencio propicia una pausa reflexiva que ayuda a valorar el mensaje que transmitimos.
-Cuando callamos, damos tiempo para que nuestro mensaje sea interiorizado, y esto lleve a la reflexión. De esta reflexión pueden surgir nuevas ideas que abran un nuevo círculo comunicativo.
¿Podemos comunicar a través del silencio?
Habrás oído que alrededor de un 90% de nuestra comunicación es no verbal, así que las palabras representarían solamente un 10% del mensaje… El resto depende del volumen, la gestualidad, el aspecto, la entonación... ¡y cómo no...de los silencios! Así que si gran parte de nuestra comunicación se da sin pronunciar palabras, el silencio, obviamente, tiene un lugar destacado. El silencio es un elemento comunicativo, con un valor equiparable al de las palabras.¿Debemos callar cuando hablamos en público?
Ya hemos remarcado en entradas anteriores que en oratoria es importante planificarse, no dejar paso a la improvisación. Ensaya pausas silenciosas para cuando estés delante de tu público. Tres o cuatro segundos son el tiempo ideal para mantenerte en silencio. Ten presente que son sólo eso, unos pocos segundos, y que hay una gran diferencia en la percepción de este lapso de tiempo: ¡es una pausa mínima para el público, y una eternidad para ti como orador! Segmenta tu discurso en las partes más importantes, las frases estrella que dirás y los puntos que te interesa que sean más memorables, remarca qué secciones crees que pueden llevar a la reflexión ... Y cuando estés a punto de de pronunciarlas, haz un breve silencio, mira a lado y lado del auditorio, deja pasar uno, dos, tres segundos, y entonces, continua.Aquí te apuntamos algunas razones por las que sería bueno que practicásemos estos silencios cuando hablamos - sobre todo- en público:
-Para comunicar mejor; Los silencios nos obligan a callar y a utilizar menos palabras. Paradójicamente, menos palabras pueden dar lugar a un mensaje más conciso, claro y contundente.
-Para provocar aplausos, risas o comentarios.
-Para dar importancia a lo que diremos a continuación.
-Para lograr que se preste más atención a nuestra comunicación no verbal.
-Para que la audiencia retenga mejor lo que acabamos de decir.
-Para hacer que el auditorio guarde silencio también.
-Para provocar que el público pregunte y participe (a él también le resulta incómodo el silencio).
-Para recuperar la atención de la audiencia si están cansados o distraídos.
-El silencio propicia una pausa reflexiva que ayuda a valorar el mensaje que transmitimos.
-Cuando callamos, damos tiempo para que nuestro mensaje sea interiorizado, y esto lleve a la reflexión. De esta reflexión pueden surgir nuevas ideas que abran un nuevo círculo comunicativo.