Una pregunta retórica es aquella que se formula
sin esperar una respuesta, ya que puede contener la respuesta en sí misma o bien no es posible buscar una precisa o satisfactoria.
A diferencia del resto de interrogaciones, éstas se consideran una
figura literaria en la lengua escrita y un recurso expresivo en la comunicación oral.
Las preguntas retóricas son un recurso muy valioso
cuando hablamos en público, ya que tienen el propósito de hacer reflexionar y llevar a los oyentes a adoptar un
cambio de actitud en sus creencias o conductas. Esta pausa que nos ofrecen, pretende (¡y permite!) causar un
mayor impacto y enfatizar una idea.
En el marco de la argumentación, es usual encontrarlas, pero su intención principal no es que los oyentes piensen la respuesta, levanten la mano y nos la digan, sino generar con la misma pregunta otro argumento que refuerce lo que queremos decir.
Normalmente se expresan como una afirmación pronunciada en forma de pregunta, y este silencio que hacemos (o que deberíamos hacer) cuando las acabamos de pronunciar hacen que cambiemos la entonación y esto da
más ritmo a nuestro discurso.
Además, logran aligerar la información y nos facilitan conectar con los oyentes, ya que propician
dinámicas similares a las de una conversación.
Las preguntas retóricas pueden ser preguntas que nos hacemos a nosotros mismos, sobre todo cuando las utilizamos en
registros más coloquiales…( ¿Por qué todo me pasa a mí...? ¿Tú crees que yo...?)
En el ámbito literario se han utilizado en todos los géneros, para dar énfasis a un sentimiento, a una emoción, a una idea... dan más profundidad al texto y dejan una puerta abierta para que el lector entre y busque las posibles respuestas.