El marketing social
28/11/2016¿Cómo decidimos?
09/12/2016Ya hemos visto en otros posts anteriores que el objetivo de un buen comunicador, es conectar con los otros, implicarlos y captar su atención. Esto se puede conseguir con la empatía, dominando la comunicación no verbal, modulando nuestra voz y evidentemente aportando un discurso con un contenido estructurado y lleno de ideas importantes, pero hoy queremos ir más allá y analizaremos cómo nos puede ayudar la PNL para llegar a ser aún mejores comunicadores, en este caso a nivel interpersonal.
La Programación Neuro Lingüística (PNL) es el resultado de los estudios e investigaciones llevadas a cabo por un psicólogo y un lingüista (Richard Bandler y John Grinder) en la década de los ochenta. Según esta corriente, el mundo no existe tal y como lo vemos, sino que cada uno de nosotros lo interpreta a su manera, utilizando de forma inconsciente sus sentidos para procesar esta información;
Los sentidos se convierten en canales comunicativos, y son las herramientas que usamos para transmitir estas emociones, ideas, experiencias, etc.
Como que solamente tres de nuestros cinco sentidos son los que podemos utilizar como canales para enviar información, la PNL afirma que el ser humano teien tres sistemas para transmitir la información: el visual, el auditivo y el cinestésico.
La Programación Neuro Lingüística (PNL) es el resultado de los estudios e investigaciones llevadas a cabo por un psicólogo y un lingüista (Richard Bandler y John Grinder) en la década de los ochenta. Según esta corriente, el mundo no existe tal y como lo vemos, sino que cada uno de nosotros lo interpreta a su manera, utilizando de forma inconsciente sus sentidos para procesar esta información;
Los sentidos se convierten en canales comunicativos, y son las herramientas que usamos para transmitir estas emociones, ideas, experiencias, etc.
Como que solamente tres de nuestros cinco sentidos son los que podemos utilizar como canales para enviar información, la PNL afirma que el ser humano teien tres sistemas para transmitir la información: el visual, el auditivo y el cinestésico.
Según esto, cada persona utiliza más un canal, y teniendo en cuenta esta predisposición se obtienen estos tres grupos;
Todos podemos tener una mezcla de estos sistemas representacionales, y los podemos utilizar en diferentes situaciones, aunque uno de ellos siempre será el más predominante.
Nuestros sistemas de representación se ruefuerzan más a medida que los vamos utilizando, así que cada persona tiene preferencia por uno u otro, en función de cuál sea el sistema que tiene más desarrollado.
Para llegar a establecer una comunicación más efectiva (¡y afectiva!), debemos adivinar qué canal utiliza nuestro interlocutor y a qué grupo pertenece. Si no lo hacemos, quizás no conectaremos o recibiremos la información fragmentada, y si intentamos sintonizar por canales diferentes, podemos llegar a la desconexión.
Para saber a qué grupo pertenecen nuestros interlocutores, hemos de escucharlos, observar cómo se comunican y estar atentos a cualquier señal que los identifique dentro de estos tres grupos. Una vez los hayamos clasificado, adaptaremos nuestro lenguaje, estilo y registro comunicativo al suyo. Pero para poder hacerlo, obviamente hemos de identificarnos primero a nosotros.
Como siempre, lo entenderemos mejor si pensamos en un ejemplo cotidiano que nos ayude a clasificarnos...
Imaginemos que llegamos a una reunión informal y que nos presentan a alguien:
Según la PNL, si optamos por saludar (“-hola, ¿qué tal?”), estaríamos utilizando más el canal auditivo.
Si sonreímos u ofrecemos un gesto educado de cortesía, utilizaríamos más el canal visual.
Si optamos por dar un apretón de manos o un abrazo o dar unos golpes afectuosos en la espalda, seríamos más cinestésicos.
Otras pistas las podemos encontrar si hacemos el ejercicio de recordar una situación pasada... Al evocarla ¿qué nos viene primero a la mente? ¿Una imagen, un sonido a más bien recreamos sensaciones?
Todos podemos tener una mezcla de estos sistemas representacionales, y los podemos utilizar en diferentes situaciones, aunque uno de ellos siempre será el más predominante.
Nuestros sistemas de representación se ruefuerzan más a medida que los vamos utilizando, así que cada persona tiene preferencia por uno u otro, en función de cuál sea el sistema que tiene más desarrollado.
Para llegar a establecer una comunicación más efectiva (¡y afectiva!), debemos adivinar qué canal utiliza nuestro interlocutor y a qué grupo pertenece. Si no lo hacemos, quizás no conectaremos o recibiremos la información fragmentada, y si intentamos sintonizar por canales diferentes, podemos llegar a la desconexión.
Para saber a qué grupo pertenecen nuestros interlocutores, hemos de escucharlos, observar cómo se comunican y estar atentos a cualquier señal que los identifique dentro de estos tres grupos. Una vez los hayamos clasificado, adaptaremos nuestro lenguaje, estilo y registro comunicativo al suyo. Pero para poder hacerlo, obviamente hemos de identificarnos primero a nosotros.
Como siempre, lo entenderemos mejor si pensamos en un ejemplo cotidiano que nos ayude a clasificarnos...
Imaginemos que llegamos a una reunión informal y que nos presentan a alguien:
Según la PNL, si optamos por saludar (“-hola, ¿qué tal?”), estaríamos utilizando más el canal auditivo.
Si sonreímos u ofrecemos un gesto educado de cortesía, utilizaríamos más el canal visual.
Si optamos por dar un apretón de manos o un abrazo o dar unos golpes afectuosos en la espalda, seríamos más cinestésicos.
Otras pistas las podemos encontrar si hacemos el ejercicio de recordar una situación pasada... Al evocarla ¿qué nos viene primero a la mente? ¿Una imagen, un sonido a más bien recreamos sensaciones?